El último programa del periodista Jordi Évole en «La sexta TV» titulado “stranger pigs” sobre la industria cárnica ha causado bastante revuelo en redes sociales y medios de comunicación. Como casi todo lo que pasa por y en televisión pienso que es necesaria una mente muy crítica para no dejarse llevar por el sensacionalismo, el sesgo informativo y la manipulación, pero esto es algo altamente complicado, incluso cuando eres conocedor del tema abordado.
Lo que me ha hecho coger el teclado para escribir es uno de los potentes mensajes que quedan tras visualizar el documental (no sé muy bien si llamarlo así): nos están colando animales enfermos en la cadena de producción, o sea, en nuestros platos.
Vamos por partes, porque el programa aborda muchos temas y además muy complejos en poco tiempo. Por un lado se pone el foco sobre los problemas éticos acerca del bienestar y el sacrificio de animales durante la cadena alimentaria; al mismo tiempo se habla de las penosas condiciones de trabajo de los empleados de un matadero -algo que ojalá tenga alguna mejora-, pero de lo que no voy a opinar porque no soy un experto en ello. También se habla de la sostenibilidad de diferentes tipos de práctica ganadera, y por último, tema del que sí me explayaré, se hacen afirmaciones acerca de las insalubres condiciones de la carne de cerdo que llega a nuestras mesas. Todo ello amenizado finalmente con la filmación, sin permiso, del interior de una granja donde se observan cerdos enfermos, malformes, moribundos e incluso muertos.
Las imágenes de la granja son desagradables y merecen una explicación por parte de la empresa. Lo hizo por escrito y tras el programa, aunque a deshora, la verdad, me la creo; porque es a lo que obliga la legislación, es lo que aparenta y también es lo que veterinarios no implicados han opinado a posteriori.
Las imágenes pertenecen a un lazareto, una zona reservada para los animales enfermos en espera de ser recuperados o bien sacrificados en condiciones aisladas del resto. Precisamente para eso, para que no haya ningún riesgo de contaminación. Dadas las condiciones concretas en las que se debe de producir el transporte y sacrificio de los animales enfermos no es posible que este proceso se dé a diario -por cuestiones económicas claro-, así que deben de esperar su turno, a saber, y mientras tantos algunos morirán y sufrirán más de lo necesario. Triste y mejorable, la verdad que mucho.
No trato de defender a la empresa El Pozo o a sus filiales. Tenemos que ser críticos con productores y distribuidores, es necesario. Hay mucho que mejorar en el modelo alimentario y de consumo en el que estamos. Un modelo en el que se fomenta el desperdicio, el consumo excesivo y compulsivo, la obesidad y las enfermedades crónicas derivadas de una inadecuada alimentación. La industria utiliza técnicas de marketing que retuercen la legislación y que tienen en nuestro país a los más jóvenes como principal target, pero esa es otra historia, y lo del reportaje otra película, una más de terror y de ciencia ficción que de cualquier otro género.
Lo peor que hizo El Pozo fue rehusar dar la cara en televisión, de esta manera fueron cómplices de la manipulación televisiva. Les está bien empleado por otro lado. Seguramente porque no sabían a que se exponían y toda gran empresa tiene miserias que esconder, tampoco tenían constancia de las imágenes sobre las que se les iba a preguntar y decidieron no arriesgar. Sí, bastante patético.
¿Es segura la carne que comemos?
Desde luego que lo es. Los animales mostrados en el programa «Salvados» nunca, jamás podrían entrar en la cadena alimentaria. Cualquier animal enfermo, o sospechoso de estarlo, o que presente la mas mínima lesión o problema para moverse no puede ser sacrificado para consumo. Es decir, o llega por su propio pie al medio de transporte y matadero o nunca entrará en la cadena alimentaria. Así lo establece la legislación. Ninguna empresa cometería tal error, los sistemas de control y de trazabilidad (seguimiento de los alimentos durante todo el proceso) que tenemos en España derivados de la normativa Europea son muy estrictos y además sabemos que funcionan. La última gran epidemia ha sido la de la leche infantil de la empresa Lactatis en Francia.
Cuando una alerta alimentaria se produce en cualquier momento de la cadena de producción es fácil detectar el origen, la empresa y lotes afectados. Siempre prevalece el criterio de prudencia, ante la duda sobre la seguridad de un producto se retira del mercado -¿recuerdas la crisis de los pepinos españoles?, pues ni pepinos ni españoles, pero al final eso es lo que quedó, la noticia y también las pérdidas para los agricultores españoles-.

En el caso de la ganadería, los veterinarios, pagados por el ministerio, tienen una gran responsabilidad. Sería una completa estupidez pasar por alto un animal que pudiese no estar en condiciones adecuadas para su consumo, de hacerlo serían los primeros señalados. Las sanciones administrativas que supone poner en circulación un animal enfermo o sospechoso de estarlo van de los 60.000€ al 1.200.000€, eso si no se sigue la vía penal al ser considerado un presunto delito.
En Europa y en España podemos presumir de tener un buen sistema de control en toda la cadena alimentaria. Si animales enfermos o alimentos no seguros fueran puestos a la venta tendríamos crisis de vacas locas, gripes aviares y demás alertas todas la semanas.
Los alimentos son seguros, algo muy diferente a decir que todo lo que encontramos en el supermercado es saludable.
Carne llena de antibióticos
Esto mismo es lo que afirmaba un irresponsable político entrevistado en el programa. Y es que para hablar en un medio de comunicación sobre algo que tanta preocupación y alarma provoca sin tener ni repajolera idea hay que ser, cuanto menos, un irresponsable.
El problema real y que no se abordó como merecía es el del uso en exceso de antibióticos en animales (clínicas veterinarias y ganadería) y también en humanos. Algo que supone un serio problema porque genera bacterias multirresistentes a antibióticos y que preocupa a las autoridades nacionales, Europeas e internacionales. Tanto es así que en 2014 el gobierno puso en marcha un plan para tratar de reducir la prescripción de antibióticos en salud humana y animal.
En el caso de los animales de producción los antibióticos se han venido utilizando como una medida preventiva para evitar que enfermen, se trata de un método eficaz para optimizar el crecimiento. Si el animal enferma ve ralentizado su desarrollo y supone tiempo y dinero para los ganaderos, es lo que se denomina “uso de antibióticos como promotores del crecimiento” y que en ocasiones es confundido con la administración de hormonas. El tratamiento hormonal para fomentar el crecimiento de animales está totalmente prohibido en Europa, sin embargo, en el documental también se dice que los animales que consumimos están alimentados con piensos “hormonados”. Una gran irresponsabilidad.
¿Entonces comemos carne atiborrada de antibióticos? Pues no. Antes del sacrificio del animal se deja un “tiempo de retiro”. Esto es el tiempo que transcurre desde que se aplica el fármaco hasta que está totalmente metabolizado y eliminado del organismo. Así que en todo caso lo único que puede hallarse en la carne son residuos inocuos de los antibióticos, además, estos fármacos son inestables al calor, así que al ser cocinada la carne también se vuelven inactivos. En todo caso, para que esto no suceda existen controles antes y después del sacrificio.
La transferencia de bacterias resistentes a antibióticos a través de la cadena alimentaria por el sobreuso de antibióticos es un tema serio, pero no es la única vía. Estas bacterias se forman y diseminan también en el propio suelo, ya que los antibióticos se añaden al pienso de los animales. Además, el abuso en la prescripción para la salud humana supone otro problema, pero claro, todo esto es muy diferente a decir que comemos carne llena de antibióticos. En fin, nada que ver con la realidad o el problema en sí, así que imagínate que lejos están algunos de proponer soluciones para los problemas reales. Seguramente es porque explicar la verdad no vende lo mismo que asustar al personal.
Por cierto, el uso de antibióticos también está permitido en la ganadería ecológica, como no podía ser de otra manera. Eso tampoco se dijo.
Producción intensiva, ¿es necesaria?
Independientemente de la manipulación y errores cometidos en el programa, las imágenes del interior de la granja son lamentables y a muchos les habrá hecho plantearse esto del consumo de carne. Las condiciones de las explotaciones intensivas son mejorables, no cabe duda. Aunque la legislación sobre bienestar animal en granjas exige no ocasionar sufrimiento innecesario a los animales está claro que no siempre se cumple, o no se puede cumplir en las condiciones actuales. Es un tema delicado que nos hace mirar para otro lado constantemente.
Lo cierto es que no podemos ser hipócritas. Si queremos consumir carne al ritmo al que se hace en los países desarrollados, y España es uno que destaca por un elevado consumo de carne, sobre todo procesada, la menos saludable, pues esto es lo que tenemos: producción intensiva con animales hacinados en granjas y en condiciones de vida más que discutibles. Creer que podemos comer carne seis o siete días a la semana y tener a la mayoría de animales de producción viviendo plácidamente en verdes praderas y felices de la muerte (sarcasmo) es de ser bastante ingenuos.
Deberíamos de plantearnos a nivel individual si el elevado consumo de carne actual y

futuro (sobre todo pensando en países que vienen pisando fuerte, China por ejemplo) es posible. ¿Crees que es necesario este consumo para gozar de una buena salud? ¿O quizás responde más a un elemento cultural? Comer carne con frecuencia es algo que tiene también que ver con mostrar nuestro estatus social, al igual que tener un buen coche o una gran casa. Sino que se lo digan a nuestros abuelos.
En cuanto a si es saludable, lo tenemos claro. Las instituciones sanitarias aconsejan reducir el consumo de carne, especialmente roja y procesada (fiambres y embutidos) y tener una dieta abundante en productos vegetales. La evidencia científica así nos los indica.
Otra cuestión es si tendría un impacto beneficioso para el medio ambiente reducir el consumo de carne. La respuesta es que sí. Cultivar alimentos vegetales que van a ser ingeridos por animales con el fin de producir proteína animal es mucho menos eficiente que consumir proteína de origen vegetal directamente. Se estima que el impacto medioambiental de producir 1 kg de carne de ternera comestible equivale a la producción de 20 kg de proteína vegetal.
Producción ecológica, ¿es mejor?
Existen dudas a la hora de afirmar si la agricultura y ganadería ecológicas tienen un menor impacto medioambiental que las convencionales. El uso de una menor energía y emisión de gases contaminantes por unidad de área tiene como contraposición un mayor impacto por cantidad de producto final producido. Parece que cuando se trata de pequeñas explotaciones los datos favorecen la practica ecológica, mientras que en grandes extensiones los costes medioambientales son menores en producción convencional. Depende de múltiples factores y a día de hoy parece que la producción ecológica no tiene necesariamente un menor impacto medioambiental en comparación con la convencional.
Conclusión
Las imágenes de los animales en estado lamentable mostrados en el programa «Salvados» ponen en evidencia algo que no queremos ver, es la cara amarga de la producción intensiva de animales. Ahora bien, pensar que eso representa la norma de lo que ocurre en el sector ganadero creo que es un error, y lo más grave, tratar de hacernos creer que animales enfermos pasan a la cadena alimentaria y acaban en nuestros platos no tiene palabras, no es periodismo, es justo lo contrario.
No estamos ingiriendo antibióticos con la carne, pero se abusa de ellos tanto en la prescripción para humanos como para animales y esto genera un problema de salud pública. No estaría de más hacer un programa serio sobre el problema de la proliferación de bacterias resistentes a antibióticos, sería mucho más útil que dar espacio a contadores de cuentos de terror o entrevistar a representantes políticos irresponsables diciendo estupideces que fomentan el alarmismo sin sentido.
¿Queremos contribuir al bienestar animal y a mejorar nuestra salud a través de una alimentación más sostenible y saludable? Eso pasa por reducir el consumo de alimentos de origen animal, no hay otra opción.
Imagen principal: flickr
Referencias
Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentacion y Medio Ambiente . Legislación -Ganadería. mapama.es: http://www.mapama.gob.es/es/ganaderia/legislacion/.
Reglamento (CE) 834/2007 del consejo de la UE sobre producción ecológica: http://www.mapama.gob.es/es/alimentacion/temas/la-agricultura-ecologica/R(CEE)834-2007_tcm7-8107.pdf.
Organización Mundial de la Salud (OMS) | Carcinogenicidad del consumo de carne roja y de la carne procesada: http://www.who.int/features/qa/cancer-red-meat/es/
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